miércoles, 20 de julio de 2011

Educarse: una cuestión de principios, una cuestión de dignidad


Carecer de la oportunidad de acceder a la educación, es renunciar en alguna forma a estadios de acceso a la condición de ser un hombre completo, dicho esto en el sentido más amplio, es decir, de la posibilidad de realización personal, voluntaria y absoluta.

La situación de aquellos “ciudadanos” que por su condición social de origen, no han tenido la oportunidad de caminar por los pasillos de todos los niveles esperados del sistema educativo, en forma lineal y continua, es sin dudas, una situación de desventaja. Punto de partida desigual real al momento de competir en un mercado laboral donde, principalmente en el Uruguay del siglo XXI, se observan dos características esencialmente ocultas pero existentes:

  1. Los puestos de trabajo calificados y de dirección en prácticamente todos los organismos del Estado así como en las empresas privadas, son para los hijos de…, para los conocidos de…, en definitiva, para los que pertenecen o acceden tangencialmente a las influencias de las elites instaladas en el poder.

  2. La inmensa mayoría de los puestos de trabajo, no necesitan mano de obra calificada, lo que lleva a herir de gravedad el sentido real de la necesidad objetiva de continuar en el sistema educativo, especialmente al comenzar la secundaria. Los jóvenes te dicen: ¿para que voy a estudiar si de todas maneras la mayoría de los trabajos no necesitan mano de obra con secundaria terminada?

El sistema económico instalado en nuestro pueblo genera condiciones perversas, el cual cumple con un objetivo consciente y funcional a las clases dirigentes: ensanchamiento de una masa popular inculta que en definitiva no tenga la oportunidad de disputar los puestos claves en el sistema económico. En este sentido toma vital relevancia, la pregunta realizada por el pedagogo Antonio Romano en su trabajo de reflexión “Perspectivas centenarias de la educación media: reflejos en los que se mira una sociedad”, en la cual plantea: ¿Tendrá la clase media la generosidad de asumir un nuevo pacto social en el cual esté dispuesta a compartir los lugares que históricamente se reservó para si misma? Al respecto, dudo que la respuesta pueda ser generosa.

Ante esta situación planteada, se hace necesario poner al espíritu en actitud de rebeldía y nunca de resignación. Las oportunidades no vendrán de las clases dirigentes, tendremos que buscarlas. Educarnos será la condición esencial de supervivencia en este siglo, condición esencial de nuestro estandarte de resistencia ante las condiciones impuestas.

Isabelino A. Side nos invita a encontrar otro valor en la necesidad de acceder a la educación:

“Considero que el conocimiento puede tener carácter emancipatorio. Esto no significa que todo conocimiento emancipe y mucho menos que lo haga el conocimiento propiciado por quienes detentan el poder. El conocimiento puede ser herramienta de emancipación sólo si está al servicio del pensamiento, si permite dar respuesta a las preguntas que se formula un sujeto que construye su propia libertad. Y tiene mayor poder emancipatorio si logra sustentar proyectos colectivos, si reúne la riqueza de las diferencias en el espacio público donde el conocimiento se valida y proyecta su acción en el mundo”. (Side en Martinis 2006:45).

Hay que estar alerta, sensibles a las reales opciones que nos ofrece el sistema. Tenemos que ser conscientes de que la realidad es como es y las cosas están como están, no por culpa del sistema educativo (mito instalado con intencionalidad justificada por los actores de siempre). Al respecto, escuchemos algunas claves que Juan Carlos Tedesco tiene para decirnos:

“Las condiciones de educabilidad se refieren al comportamiento de las principales variables económicas y sociales. (…) el concepto permite apreciar los severos límites que tienen las propuestas educativas para superar las situaciones de pobreza y exclusión. (…) Este capitalismo funciona sobre la base del llamado “efecto Mateo”: a los que tienen se les va a dar más y a los que no tienen se les va a sacar lo poco que tienen. (…) Sólo si va acompañada por estrategias de justicia social en el ámbito de la distribución de la riqueza será posible tener éxito educativo de nivel macro social y no meramente individual. (…) para superar las barreras puestas por las condiciones de educabilidad es necesario introducir una apelación al voluntarismo, pero ese voluntarismo no puede ser sectorial, sino que tiene que ser sistémico. (…) Los niveles de exclusión y de desigualdad que provocan las actuales tendencias económicas sólo pueden ser enfrentadas con esfuerzos masivos de solidaridad voluntaria. (…) La inclusión de los excluidos no será un producto “natural” del orden social sino el resultado de un esfuerzo voluntario, consciente, reflexivo y político. (…) el interrogante de fondo es ¿cómo rompemos el determinismo social de los resultados de aprendizaje? (…) debemos evitar que se consoliden los mecanismos de reproducción de la pobreza. (…) para romper el determinismo social, hay que comenzar lo más temprano posible. Supone actuar sobre la desigualdad que existe en las familias. (…) todos los datos demuestran que el resultado escolar está asociado fundamentalmente al capital cultural y a las condiciones de la familia. (…) no existe peor forma de dominación que darle al otro sólo lo que tiene capacidad de pedir. (…) En la definición de políticas es necesario asumir las diferencias que existen entre “satisfacer demandas” y “satisfacer necesidades”. (…) Existen necesidades que no son objeto de demanda y demandas que no satisfacen necesidades objetivas sino que son creadas por la propia dinámica del mercado y la publicidad. (…) En definitiva, se trata de poner todo el capital técnico e intelectual disponible al servicio de un proyecto destinado a promover una sociedad justa”. (Tedesco en Bonal 2010:11-17).

No nos dejemos vencer, no dejemos que las condiciones materiales nos quiten el incentivo de seguir estudiando. Estudiar es un proceso de toda la vida, es una lucha real y verdadera ante las condiciones de vida. Aquellos a los cuales permanecer dentro del sistema educativo nos implica una lucha constante contra las condiciones laborales adversas, debemos tomar como una “causa justa” el derecho no cedido de luchar por educarnos. Aunque para las masas populares educarse no implique una mejora en las condiciones materiales, sin duda el incentivo radica en la libertad de conciencia, milímetro a milímetro conquistada por nuestro propio capricho y obstinación.

“En la tarea de cada día, reconocer al otro como igual es permitirle que encuentre lo que viene a buscar, que diga lo que quiere decir, que construya todo lo que se anime a construir”. (Side en Martinis 2006:45).

Bibliografía:

Bonal Xavier, Tarabini Aina (2010) Ser pobre en la escuela: Habitus de pobreza y condiciones de educabilidad. Ed. Miño y Dávila. Buenos Aires.

Martinis Pablo, Redondo Patricia (comp) (2006) Igualdad y educación: escrituras entre (dos) orillas. Ed. del Estante. Buenos Aires.

Romano Antonio (2011) Perspectivas centenarias de la educación media: reflejos en los que se mira una sociedad. (Ponencia).

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